viernes, 12 de agosto de 2016

Hommmbres completamenteeeee desnuuuudossssss...

La Tribuna de Toledo, 12 agosto 2016


Miguel Méndez relata de vez en cuando la historia, que, con licencia, dejo aquí. Profundos años setenta, canícula de noche de agosto en la muy augusta academia de infantería toledana, ventanas de par en par, la tropa sin poder dormir, imposible con la calorina, inquietos en esos dormitorios inmensos y comunales..., y desde el valle trepa el eco de la megafonía de las atracciones de feria: “The Guatemala monsterssssss”.....”Mujeresssssss completamenteeeeeee desnudassssssssss...” Lo justo para que en la imaginación de la tropa, al igual que en las excelsas salas del Seminario, se elaborasen las adecuadas escenas mentales que acto seguido daban lugar a los trabajos manuales con el consiguiente rechinar de los enmohecidos y cansados colchones.

Uno no ha hecho la mili en tan elevados destinos, sino en la muy ilustre compañía de infantería de La Portiña, y tampoco por edad ha vivido esa época gloriosa. Quizá por ello no entiendo demasiado bien la cola que está trayendo lo del tipo en pelotas en la pseudo playa de los Arenales en el Tajo talaverano. Entiendo que un medio de comunicación local se haya excitado -vaya a saber usted por qué- en demasía con el asunto, y que el pantano barométrico y noticiero de agosto, dé para estirar la serpiente de verano. Pero esta historia me ha traído a la cabeza la otra. Vaya usted a saber -también- por qué.

Bañarse -perdón, solearse en la playa/zona de paseo o como políticamente interese llamarse en cada momento- en pelotas, o tomar el sol es muy sano. Y no pasa nada. En algunas gargantas ponen carteles de acotado de pesca o de abastecimiento urbano, pero ninguno de contenido moral, de urbanidad o decencia relativo a prohibirte templarte sobre una piedra, vuelta y vuelta, en adánica y cristiana indumentaria. Y es que estamos -Tajo en Talavera- en una “playa” a la que hemos tenido que echar unas decenas de toneladas de arena porque el río de las “arenas de oro” le han reducido a la mínima expresión, un río que lleva varios meses sin un misero chorro de agua; y lo que queda es un pantanal infecto, nacedero de mosquitos y pudridero de esperanzas. Es decir, que miramos el dedo continua y embelesadamente mientras ni siquiera reparamos en la luna, es decir, en el expolio de Tajo.

Mientras, como no puede ser de otra manera, el gobierno popular local “recomienda” bañarse -perdón, pasearse o solearse-, púdicamente. Y el nacional, de propina, le encasqueta cortésmente el engendro playero, con gestión y presupuestos incluidos. Pero, lo importante, es un tipo en pelotas. Y es que esto es Talavera, y aunque aún no haya llegado la feria de San Mateo, “The Guatemala Monsterssss” campan a sus anchan. Vengan y vean, “hommmbres completamenteeeee desnuuuudossssss” junto a un Tajo destripado. Que eso, lo del río, es la anécdota.

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