viernes, 14 de octubre de 2016

Bob

La Tribuna de Toledo, 14 octubre 2016


Que el tiempo te haga justo
Que el tiempo te haga leal
Que puedas ver la verdad
Y la luz en torno a ti

Forever Young. Dylan. 1973

Hace años leí aquí, en una de las columnas medidas, acertadas y directas de Jesús Morales, que la verdadera poesía quedaba ya en los cantantes, en los cantautores y gente así de por libre, que ya eran los únicos que logaban llegar a cierta épica y crear una poesía que aunaba lo cotidiano con lo alto, que eso viene a ser al final la poesía. No recuerdo si Jesús lo explicaba así, en todo caso espero que me perdone, que han pasado lustros de aquello. Pero esa reflexión se me quedó dando vueltas.

No soy perito en poesía, ni en canciones, ni música. Sé lo que me gusta, y quizá lo que en un momento no compartía con Morales, ahora sí que lo tengo más presente. Quizá el siglo XX haya sido el de la definitiva contaminación cultural, como la radiación de Fukushima extendiéndose y pintando de verde nuclear medio Pacífico; o el humo de las fábricas de China llegando sin compasión a Norteamérica. Ahora, principiando aún el XXI, internet ha aplanado definitivamente la ola surgida a mediados de los cincuenta y sesenta del pasado siglo de la euforia de la posguerra mundial: la radio, la televisión, la internacionalización definitiva de la cultura occidental, aún no era el todo a cien 17prefabricado que nos lleva en estos días, del Facebook, la televisión en vías de extinción, y el bajo coste cultural, huérfano de críticas, plano, silente y aquiescente.

Me alegro de que a Bob Dylan le hayan dado el Nobel de Literatura. Supongo que él también. Y quizá también esa legión de sexagenarios y septuagenarios que supieron auparse a aquella primera ola no domesticada y que llegaba a todas las playas sedientas de algo nuevo, cierto, rompedor y que diera certidumbre a los años donde todo fue posible, porque apuraron la botella de un trago, antes de que pusieran un centro comercial con su nombre, antes de que fueran mercancía, ese tiempo donde fueron cultura y quedaron como un estrato indeleble en la tectónica popular occidental, ya mundial. 

Supongo que hoy estará contento Dylan, pero también Cohen, Springsteen, Morrison (Van); o los que no han llegado porque se bebieron la ola entera: Morrison (Jim), Joplin...; quizá sea algo parecido a cuando le dieron el Nobel a García Márquez, y se vieran reconocidos -envidias aparte- todos los escritores de ese realismo mágico americano que no es sino la sensibilidad exacta para observar la vida. Pero también estarán contentos, y sabrán que es un poco suyo Serrat, Aute, Sabina... Los autores de las canciones, de la poesía que nos contamina globalmente desde el fogonazo de Elvis; y traspasa continentes y generaciones. Le ha tocado a Bob Dylan. Es justo. Me alegro.

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