jueves, 27 de noviembre de 2008

JUSTICIA Y PARO

La Tribuna de Talavera 14 noviembre 2008

La justicia debe ser eso que queda tan bien en las películas americanas, donde los abogados bien planchados y peinados hablan rápido, con confianza y seguridad ante un jurado asustado y con cara de haber salido de lo profundo de Winsconsin, que es un sitio que tiene que estar muy lejos y que algunas veces salía en las novelas de Lafuente Estefanía. La justicia es un chicle que se alarga y amolda al gusto del usuario, que jamás es el obrero, sino el que manda y ordena, que siempre ha sido así y las cosas no cambian porque creamos que vivimos en democracia. La justicia, en manos de los justicieros, te saca sentencias/autos como el de Budelpack, y no pasa nada, porque los obreros, los que trabajamos, votamos, vemos el fútbol y callamos, somos la morralla del sistema, sistema del que, faltaría más, somos parte.

La justicia es eso que no tiene Talavera de la Reina. Manda narices que a estas horas haya alguien que venga y eche la culpa de lo que está pasando aquí a eso de la “crisis financiera”. El paro en Talavera y comarca es el resultado de 25 años de abandono por parte de la Junta y de los ¿responsables? municipales, de no haber creado ni un sistema básico de desarrollo territorial, productivo o de comunicaciones, cada uno en lo suyo. No se ha hecho nada, especialmente en estos últimos diez años de crecimiento económico, y el resultado lo tenemos delante de las narices. Los anuarios de los bancos siempre nos ponen a la cola de casi todo, cada día más. Entonces, ¿quién se asombra de que el paro aquí crezca sin freno? Si cuando los demás iban bien aquí estábamos mal, ahora nos toca ración triple. Talavera de la Reina es, hoy, esa ciudad esquinada, que no cuenta para nada para el gobierno regional, con políticos de andar por casa, y no ir más allá de Patrocinio; con un desguace de su identidad y sus posibilidades, porque hay que dar la teta a quien todos sabemos; y así pasa el tiempo.

Para Talavera de la Reina no hay ni ley ni justicia. Las luces tristes de Navidad que ya nos han colgado son un símbolo. Y una realidad.

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