sábado, 25 de abril de 2009

PERIODISTA ANTONIO HERRERO

La Tribuna de Talavera 10 abril 2009

Hace unos días pasé por Anchuras y paré un rato junto a la placa de la calle Periodista Antonio Herrero. Era un día claro de invierno, con los olivares relumbrando el verde renovizo y los corzos ladrando en los cortafuegos que caen al Estena. Hubo un tiempo en el que todo este territorio se puso, por la gracia del Estado, a los pies de los caballos. Recuerdo a Bono en las Cortes diciendo aquello de que ancha es Castilla y que Cabañeros sería Parque Natural y que el campo de tiro iría en las rañas de Anchuras, que aquello no tenía nada que ver. De aquel tiempo es la pintada antológica, junto a Escudería, que ponía “cómprate un `Bono´ y vente a Anchuras”. En aquellos tiempos nadie daba un duro por Anchuras, y se tenía por seguro que, una vez salvado Cabañeros, los aviones acabarían echando las bombas en los perdederos de Anchuras.

Por aquel tiempo yo estudiaba lejos, demasiado lejos, y por las mañanas escuchaba a Antonio Herrero en Antena 3, y, años después, en la COPE. A las siete de la mañana, entre los anuncios de los camiones Scania, hablaba de la barbaridad poner un campo de tiro en Anchuras, de la obscenidad que representaba que un partido político que había estado enfrentado a la entrada en OTAN, ofreciera ahora un pedazo de su territorio para que los aviones de guerra disfrutaran desguazando el Guadiana más escondido y primitivo. De vez en cuando Antonio Herrero entrevistaba al alcalde de Anchuras, a gente de la zona, daba voz a quienes se había silenciado y negado. Y, luego, otra vez, los anuncios de los camiones Scania.

Hace poco leía a Losantos relatando el día en que Aznar pidió la cabeza de Antonio Herrero, un día antes de que se ahogara. España, al fin y al cabo, es un país de simples y sinsangres, donde la atonía y el trantrán es la filosofía patria. En estos días procelosos que gastamos, donde el Cuarto Poder es, definitivamente ya, una herramienta más del sistema, no sé por qué me acuerdo de Antonio Herrero y hago esta columna. Quizá sea por el verde nuevo de los miles de alcornoques que llenan la raña de Valdezores o la mirada desafiante de los corzos en los cortafuegos que caen al Estena. O porque cada vez todo se va llenando más y más del color pardo de la mediocridad.


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