viernes, 16 de septiembre de 2016

Guerra civil

La Tribuna de Toledo, 16 septiembre 2016


Al entrar en el Ayuntamiento de Talavera por la plaza del Pan, lo primero que te encuentras, como antesala y declaración de intenciones y culminando el zócalo de González Durán, es el enorme cuadro de Mayo donde ingleses y franceses muy linda y gentilmente se escabechan unos a otros en los andurriales del cerro Medellín durante la batalla de Talavera, gloriosa hazaña y carnicería de la Guerra de Independencia o de las Guerras Peninsulares de Wellesley de la memoria inglesa. Algunas veces me siento en las sillas, en la penumbra de la escalera, y contemplo el cuadro, brumoso ya por más de cuatro décadas y la escasa luz que se filtra por el lucernario. Busco los perfiles, los detalles, las formaciones de los ejércitos en la lejanía...; y busco a Talavera, la Talavera que sirvió de escenario, y que luego fue arrasada y pagó cara esta batalla. Porque las guerras, además de los poetas, siempre las pierden las gentes. Todas.

Hace unos días reflexionaba sobre la costumbre arraigada que tenemos en Talavera a que vengan –o a que tengan que venir de fuera– a sacarnos las castañas del fuego, como si aquí no tuviésemos responsabilidad. Aunque una y otra vez durante décadas hayamos martilleado en frío, hayamos votado a representantes de partidos políticos que no han hecho nada por esta ciudad y su tierra, una y otra vez seguimos empeñados en echar la culpa a los mismos, no mirar hacia adentro, analizar, pensar y decir hasta aquí hemos llegado, que la responsabilidad es nuestra y si seguimos haciendo lo mismo, las consecuencias no variarán.

Quizá por ello creí desde el principio en el proyecto de Ganemos Talavera. Una oportunidad desde dentro para cambiar las cosas, transversal, reuniendo a la sociedad de Talavera y esas cosas tan bonitas que suenan tan bien, y que intentan agarrar el ritmo del nuevo tiempo político donde –parece– las mayorías absolutas y el ordeno y mando han pasado a la historia. Sigo creyendo. Sigo convencido de que es imprescindible coser la sociedad de Talavera, plantear una opción política compleja y horizontal, fuera de dogmas y arrinconamientos políticos, repito, ya superados. Una opción para creer, crear y crecer. Nos va el futuro en ello.

La asonada del pasado 7 de septiembre, revestida de asamblea y donde se iba con cuestiones más que peregrinas a por mi cabeza, recupera lo más clásico de la vieja política, las formas, y sobre todo el fondo. ¿Por qué? Dinamitar desde dentro no es nada nuevo, y más cuando como es el caso Ganemos Talavera ha sido el grupo municipal que más mociones ha presentado en el último año, más preguntas de respuesta oral, y ha hecho un trabajo más que digno, teniendo sólo cuatro concejales, la mitad de representación que Psoe, o casi un tercio que PP. Funcionar demasiado bien (recogiendo el trabajo de mucha gente de la asamblea) es un hándicap, y mejor reventar antes que la cosa cuaje más, y se nos vea como una opción creíble de futuro.

El resto, el intento de linchamiento, el escándalo posterior, y el intento de dividir el grupo municipal, pasando concejales al grupo no adscrito, es ya parte de la vieja escuela. Nada nuevo bajo el sol, porque ya sabemos que en estos casos el fin –el noble y alto fin– siempre justifica los medios. Lo dicho: nada pasa por casualidad. Y en las guerras, sobre todo las civiles, además de los poetas siempre pierden las gentes. Las gentes sencillas a las que decimos representar.

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