viernes, 9 de septiembre de 2016

Las cabrillas

La Tribuna, 9 septiembre 2016
Fotograffía: Nasa. M45: The Pleiades Star Cluster. Credit & Copyright: Phillip L. Jones

De madrugada espero cada noche que suban las cabrillas, luciendo con delicadeza frente a los destellos de los últimos aviones. A las dos, cuando la ciudad entra definitivamente en silencio, un cárabo cruza silencioso entre los bloques de pisos, lento y cortando con suavidad la oscuridad, los brillos amarillos de las farolas y el espesor sin viento de un verano infinito con el que ya no pueden las encinas.

Cuando suben las cabrillas dejo a los mosqueteros, me quito las gafas y dejo que los ojos se acostumbren al brillo de las estrellas, que vuelvan a su enfoque de lejanías, de paisajes de estrellas en brillos sutiles. Dibujo el mapa de las constelaciones mientras los murciélagos navegan su espacio y entran y salen de las rendijas de la noche, de las juntas de dilatación de los edificios, de los tambores de las persianas, y salen y salen de los libros apilados, derrumbados, leídos este verano en las madrugadas de insomnio.

Me levanto y contemplo la ciudad dormida, la luna que cae, sube, llena el cielo de luz o silencio. Busco siempre la raya perfecta de Gredos, el brillo cálido de las barrancas al otro lado del río. Y mientras, los ojos se acostumbran a ese paisaje de lejanías, de oscuridad, lejos de las letras, negro sobre blanco, historias que emergen guardadas entre páginas, junto con los murciélagos y sus alas de metal. Miro a Gredos y sé que me espera el otoño. Pero no hay prisa. Aún es de noche. Aún es el tiempo de la noche, y siguen cruzando murciélagos, y bandos de abejarucos nocturnos como arcoíris que me marcan la derrota del tiempo que vendrá.

Observo un rato más las cabrillas, y dejo que sigan ahí, nebulando la noche como los alhelíes de Sancho. Y vuelvo a los libros, a los duelos a la espalda del Luxemburgo. Y de repente llega el viento, la brisa que mueve los álamos y despierta a los pájaros. Vuelvo a ponerme las gafas de cerca, y vuelvo a las distancias. Todo está ahí. Esperando.

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