viernes, 23 de septiembre de 2016

La Talavera posible

La Tribuna de Toledo, 23 septiembre 2016
Claustro de los Jerónimos, en primer término, antes del incendio y derribo del ala derecha. Detalle de la fotografía de Charles Clifford. 1864. Archivo Municipal de Talavera de la Reina.


Allí el tiempo los devoraba.
El sol, la lluvia, el viento, el hielo.
los hombres iban desgarrándoles 
la piel, los músculos de piedra 
y ofrendaban el esqueleto
―fustes, dovelas, capiteles― 
al aire azul de la mañana.
Atormentados por los cardos,
heridos por las lagartijas,
cagados por los estorninos, 
por las ovejas y las cabras.

Los claustros (fragmento). Cuaderno de Nueva York. José Hierro.

Uno de los primeros recuerdos que tengo de ciudad es del día en que reventaron la cárcel de la Santa Hermandad de Talavera. Era un edificio arrabalado, pegado a la puerta de Zamora, con un artesonado mudéjar que salió hecho trizas a los primeros golpes de las máquinas; y con ellos todo lo que pueden albergar cinco siglos de historia y memoria de uno de los cuerpos de policía rural más antiguos del mundo.

En aquel tiempo hace ya más de treinta años recorría la Talavera que se caía a pedazos, la Talavera donde los nuevos edificios se llevaban por delante veinte siglos de historia, donde las excavadoras arrasaban sin pudor cimientos romanos y visigodos. Recorría la ciudad con una mezcla de impotencia y de rabia, sabiendo que lo que se caía, se derribaba, se vendía al mejor postor, era algo que jamás volvería ya, algo que la ciudad algún día reclamaría y de lo que se encontraría huérfana. Porque lo queramos o no somos tiempo, historia, identidad, anclajes en un territorio, en un tiempo, en una luz en un paisaje, en un momento único, pero que es el resultado y que está hecho de teselas de lo antiguo. Recuperar el patrimonio cultural inmueble de Talavera es una obligación para cualquiera que esté trabajando en el Ayuntamiento. Para cualquiera que esté al servicio de la ciudad.




Recuperar los claustros de Talavera, la Casa de los Canónigos y el propio claustro de los jesuitas ahora reconvertido en patio de artesanos, es una obligación que esta ciudad tiene con su pasado, pero sobre todo con su porvenir. Talavera necesita urgentemente mirar hacia el futuro para poder sobrellevar el presente. Y para ello debe recuperar los elementos fundamentales de la personalidad de una ciudad de más de dos siglos. Restaurar y recuperar los claustros, conseguir que se abra al público de una manera continua el de la Colegial, y dar personalidad al primer recinto amurallado con la restauración y puesta en servicio de la sociedad de todo el complejo conventual de San Jerónimo, debe ser uno de los elementos fundamentales de recuperación del patrimonio de la actividad para la próxima década, y el elemento clave que defina la consecución de la declaración como Conjunto Histórico Artístico.




Quiero ver restaurado el claustro de los Jerónimos, la casa de los Canónigos. Es un elemento fundamental del patrimonio de Talavera, pero también de la historia de nuestro país. Quiero verlo como aparece en las fotografías de mediados del siglo XIX, la magnífica postal de Clifford donde el claustro se abre sobre un Tajo que discurre lento y somnoliento bajo un puente volteado una y mil veces. Quiero porque es posible. Quizá trabajar por tu ciudad te puede traer estas compensaciones. Porque lo importante es hacer, crear, construir, y hacer realidad lo que hace muchos años, ya muchas décadas, soñaste cuando veías que tu ciudad se caía a pedazos y a casi nadie importaba.

1 comentario:

Javier de la Puerta dijo...

Sé que este artículo tiene unos años a sus espaldas. No es muy habitual encontrar a gente en Talavera que critique abietamente la destrucción o desaparición del patrimonio. Gracias por hablar del tema. Yo no soy de Talavera, sólo soy hijo de talaveranos, aunque por casualidad estaba con mis abuelos cuando se destruyó la cárcel de la Santa Hermandad y no recuerdo muchas quejas de nadie. Alguien me comentó que algunos vecinos se llevaron algunos trozos del artesonado. Una pena. Saludos, Javier de la Puerta