domingo, 22 de febrero de 2009

AQUELLOS INVIERNOS ANTIGUOS

La Tribuna de Talavera 9 enero 2009

En los inviernos antiguos hacía más frío, llovía de verdad y la ciudad era más gris. Por las mañanas, al mirar hacia el norte -siempre el norte-, Gredos y los Galayos aparecían blancos y lejanos, como la escarcha que se quedaba a vivir para siempre en las umbrías de ciudad, bajo las tapias de los solares cerrados con bloque de hormigón o ladrillo de gafa.

Por aquellos tiempos, en los inviernos antiguos, llovía más, semanas enteras de una lluvia intensa y profunda, cayendo sobre las calles, sobre la pintura negra gastada de las medianeras de los bloques de pisos en el caos de la ciudad a medio hacer; y recuerdo calles de barro con los surcos de las rodadas de los coches clavados muy profundos, quizá fuese en Patrocinio o en cualquiera de los barrios de la periferia de una ciudad que toda ella era periferia y arrabal, territorio, como digo, a medio hacer, o a medio derruir, que siempre eso ha venido a ser esta ciudad. En los inmensos charcos de lo que con el tiempo sería Francisco Aguirre las heladas acampaban meses enteros, como lagos fulgurantes orlados del paisaje de la ciudad gris y febril. Recuerdo las heladas de diciembre y enero, los bloques infinitos de hielo que cada mañana rompíamos y, como icebergs a la deriva, quedaban flotando todo el día en su océano de cercanías, de glaciares de barro y escombros. Entonces, en los inviernos antiguos, el Tajo llegaba hasta la Alameda, y recuerdo la crecida, la última, de los 70, con los ríos avanzando con el rumor de los inviernos de verdad. En aquellos inviernos antiguos bajo el puente de Hierro pasaban a lomos del Tajo los troncos de grandes álamos negros arrancados con la furia de la crecida, Recuerdo una ciudad gris, de humo de braseros y de lluvia, lejana y extraña, con las colas del Paro en el Paseo de la Estación, con el Mercado aún vivo y repleto de ganado, y con el frío recorriendo las calles.


Aquellos inviernos ya no volverán. Quizá este año que bajan tarde las grullas, que menudean las aguanieves, y la nieve se agarra querenciosa a Gredos... Pero no. Aquellos inviernos antiguos ya nunca volverán.

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