Mientras la luna creciente cae a poniente, detrás del Berrocal las llamas del incendio iluminan medio Gredos. La atalaya se perfila contra las llamas, algunas encinas se recortan contra las bocanadas de fuego que suben y se hacen dueñas de la noche. Este mediodía, cuando salía de Toledo, vi al fondo la columna de humo, elevándose sobre la Sierra de San Vicente. Aún trepaba, directa, subiendo algunos kilómetros antes de tumbarse hacia el Este. El desastre.
Ha muerto una persona, arde un pedazo de Gredos, la noche consumirá a su antojo bosques, paisajes, casas, lugares, mientras lo deja todo negro. A media tarde la columna de humo del incendio llegaba hasta el valle del Ebro, quizá hasta los Pirineos. Ayer era el incendio de las Hurdes el que llenaba todo de gris. Hoy ha amanecido limpio, transparente, pero ha sido breve. Un brochazo gris/negro, humo donde vuela hecho pedazos el verde de Gredos.
El primer recuerdo que tengo de un incendio forestal es en Arenas de San Pedro, a finales de los años setenta. Recuerdo mirar desde el castillo, y ver arder la sierra, a izquierda y derecha, arriba, fuego en todas partes, brasas iluminando trozos de pinar que se desprendían, humo bajando en oleadas de calor. Después, a mediados de los ochenta, en una noche como ésta, recuerdo ver arder toda la sierra de golpe, desde el Puerto del Pico hasta Sotillo de la Adrada. Eran incendios inmensos, que duraban semanas, o quizá fuesen varios, que venían a quemar lo que el anterior había dejado vivo. Luego volvió a quemarse la sierra de Pedro Bernardo, a principios de siglo, y pasé buena parte de la noche allí, aprendiendo que el fuego es infinitamente peligroso e impredecible. Y ahora, otra vez, arde el horizonte, arde Gredos, como ha ardido cien veces y probablemente volverá a arder.
Cuando muere una persona en un incendio quizá el resto de consideraciones sean secundarias. Pero aquí el fuego ha sido provocado, como tantas veces, lo que implica que tenemos delante un crimen premeditado, un asesinato. Estamos igual que en los setenta, que en los ochenta, que a principio de siglo. Alguien ha prendido la llama, y probablemente, cuando se apague, volverá a hacerlo. En Gredos sobran pinos y faltan bosques. Pero no es excusa. Ya se llevaba varios años intentando quemar esta zona, como van unos cuantos que se intenta quemar toda la Sierra de San Vicente desde el Guadyerbas. Se saben y se huelen las querencias, quizá los intereses. El fuego limpia lo que sobra, empobrece hasta el límite, reconvierte los bosques en suelo donde urbanizar, hace que la madera se venda barata, negocio para unos pocos, miseria para todos.
El incendio es un desastre ambiental de primera magnitud, el destrozo es y será inmenso, porque será difícil de parar y controlar. El que ha metido fuego al monte ha sabido bien lo que ha hecho, dónde lo ha hecho y en qué día. Este verano va a ser un desastre, ya lo es.
De madrugada las columnas de humo siguen subiendo, se refleja el fuego con su ritmo lento devorador de distancias. Miro con los prismáticos. Espumas de fuego suben a lo alto. Son del mismo color con que El Bosco pintó pedazos del infierno en El Jardín de las Delicias. El fuego está muy alto, sigue avanzando. Gredos arde treinta años después. No hemos aprendido nada.
Ha muerto una persona, arde un pedazo de Gredos, la noche consumirá a su antojo bosques, paisajes, casas, lugares, mientras lo deja todo negro. A media tarde la columna de humo del incendio llegaba hasta el valle del Ebro, quizá hasta los Pirineos. Ayer era el incendio de las Hurdes el que llenaba todo de gris. Hoy ha amanecido limpio, transparente, pero ha sido breve. Un brochazo gris/negro, humo donde vuela hecho pedazos el verde de Gredos.
El primer recuerdo que tengo de un incendio forestal es en Arenas de San Pedro, a finales de los años setenta. Recuerdo mirar desde el castillo, y ver arder la sierra, a izquierda y derecha, arriba, fuego en todas partes, brasas iluminando trozos de pinar que se desprendían, humo bajando en oleadas de calor. Después, a mediados de los ochenta, en una noche como ésta, recuerdo ver arder toda la sierra de golpe, desde el Puerto del Pico hasta Sotillo de la Adrada. Eran incendios inmensos, que duraban semanas, o quizá fuesen varios, que venían a quemar lo que el anterior había dejado vivo. Luego volvió a quemarse la sierra de Pedro Bernardo, a principios de siglo, y pasé buena parte de la noche allí, aprendiendo que el fuego es infinitamente peligroso e impredecible. Y ahora, otra vez, arde el horizonte, arde Gredos, como ha ardido cien veces y probablemente volverá a arder.
Cuando muere una persona en un incendio quizá el resto de consideraciones sean secundarias. Pero aquí el fuego ha sido provocado, como tantas veces, lo que implica que tenemos delante un crimen premeditado, un asesinato. Estamos igual que en los setenta, que en los ochenta, que a principio de siglo. Alguien ha prendido la llama, y probablemente, cuando se apague, volverá a hacerlo. En Gredos sobran pinos y faltan bosques. Pero no es excusa. Ya se llevaba varios años intentando quemar esta zona, como van unos cuantos que se intenta quemar toda la Sierra de San Vicente desde el Guadyerbas. Se saben y se huelen las querencias, quizá los intereses. El fuego limpia lo que sobra, empobrece hasta el límite, reconvierte los bosques en suelo donde urbanizar, hace que la madera se venda barata, negocio para unos pocos, miseria para todos.
El incendio es un desastre ambiental de primera magnitud, el destrozo es y será inmenso, porque será difícil de parar y controlar. El que ha metido fuego al monte ha sabido bien lo que ha hecho, dónde lo ha hecho y en qué día. Este verano va a ser un desastre, ya lo es.
De madrugada las columnas de humo siguen subiendo, se refleja el fuego con su ritmo lento devorador de distancias. Miro con los prismáticos. Espumas de fuego suben a lo alto. Son del mismo color con que El Bosco pintó pedazos del infierno en El Jardín de las Delicias. El fuego está muy alto, sigue avanzando. Gredos arde treinta años después. No hemos aprendido nada.
1 comentario:
¿Que motivacion anida en la mente criminal de quien o quienes desencadenan una catastrofe de semejante magnitud? ¿Que ganancia pueden llevar en ello?....... ¿ o tal vez esto no es mas que producto del individualismo enfermizo y el desprecio estúpido con que algunos, cada vez mas, valoran y tratan todo lo natural, todo lo común o todo lo colectivo y con ello las normas para su proteccion? ¿o quizá es que tambien el incendiar, el apagar, el repoblar, ...........comience a percibirse como una actividad economica lucrativa para algunos sin importar, por lo dicho anteriormente, las gravisimas consecuencias para todos los demas? En fin, estoy tan triste y cabreado que lo mejor será serenarse para mejor opinar Saluos Jose Mª Dominguez IZQUIERDA UNIDA Talavera
Publicar un comentario