jueves, 2 de julio de 2009

FUEGO: ELEMENTO UNO

El fuego siempre está ahí, aunque no se le vea, como el aire. Se barruntaba antes que prendiera en las barrancas, quizá antes que el propio fuego lo supiera. Saliendo de Madrid, al fondo se divisaba la columna trepando vertical. Intentaba ubicarla, quizá en la Jara, en el Pusa o en el Jébalo. Pero al final fue en las barrancas, junto al Tajo y llevándose por delante el monte de chaparros y coscojas adherido con paciencia infinita, como una costra, a la arena petrificada.

Desde el soto de Entrambosríos el fuego avanza hacia el Este, empujado por el viento cada vez más fuerte. Los helicópteros, amarillos y azules, bajan hasta el Tajo, llenan su cesta, y se meten entre las barrancas, diminutos, como abejorros. Todo muy lento; y el fuego va muy deprisa cumbreando las crestas de arcilla, los farallones de perdiceras y grajillas. La raña de la Peraleda, las labranzas blancas quedan atrás, entre el humo negro. Cuando prenden las coscojas el fuego crece, con un color rojo intenso. Son las cinco de la tarde y hasta el aire se hace fuego.
El fuego se está llevando por delante buena parte del LIC de las Barrancas. No ha sido la primera vez, ni tampoco será la última. Hace unos días se desprendió parte de la barranca de la Orbiga, porque algo ya se sentía, que estas cosas se barruntan, se quiera entender o no. La cicatriz, blanca y nueva, quedó ahí, a la espera de esta otra cicatriz negra, más grande y sucia. Demasiadas. El fuego es elemento consustancial, como el aire, la tierra y el agua. Las coscojas y los enebros sobrevivirán, volverán a crecer, la erosión se hará más profunda y excavará los regueros más profundos, se llevará más arena al Tajo , quizá dibuje un nuevo meandro o chorrera. Sólo cuestión de tiempo.

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