La Tribuna de Talavera, 9 julio 2009
Todas las tardes, cuando el sol se mete nortizo sobre Gredos y los vencejos comienzan a volar cada vez más alto, miro al Circo y observo los cambios de azules en el granito y de rojos en las nubes. Siempre he pensado que lo más parecido al paraíso es el sur de Gredos, cualquiera de las gargantas que bajan serpenteando entre alisos y enebrales. Las gargantas de Candeleda son para mí las más auténticas y personales -la Blanca ligera y alegre, la Lóbrega seria y lejana- bajando sin respiro hasta el valle desde muy arriba, desde donde el agua sale literalmente de entre los granitos gastados por siglos, y va bajando con la decisión de lo que el destino te marca, hasta el valle, hasta el Tiétar represado con avaricia en el Rosarito.
Por ello es impagable y jamás estará suficientemente agradecido el trabajo que están realizando desde la Plataforma contra la especulación urbanística de Candeleda, intentando impedir que se urbanice un buen pedazo de la sierra, al pie de la garganta Blanca, tomando el agua del arroyo Castañarejo. La Junta de Castilla y León utiliza la riqueza natural y cultural del territorio que administra, como materia prima barata para un desarrollo tan insostenible como anacrónico. Ahí están los ejemplos de Villanueva de Gómez, Navas del Marqués, los parques eólicos del valle de Amblés; o Candeleda. Todo ello en Ávila. El paisaje, el agua, la tierra, Gredos, como madera barata para la caldera del desarrollismo inculto que tanto daño ha hecho y, a lo visto, continuará haciendo.
La Plataforma de Candeleda es un ejemplo, porque la lucha de los ciudadanos por lo suyo, por su paisaje, por su tierra, por su ecosistema básico conformado por lo que los sentidos son capaces de transmitirnos, simplemente por saber observar y comprender, es quizá lo más importante, lo que hace que seamos de una tierra, no que la tierra sea de nosotros y podamos hacer con ella lo que queramos.
La lucha de la Plataforma de Candeleda, es la lucha de todos los que sabemos y creemos que la tierra es más que suelo que urbanizar. Al menos es mi lucha. Ahora las excavadoras derriban las puertas del paraíso, profanan los castros vettones, meten el agua de los arroyos por tuberías, se llevan por delante el paisaje, la tierra, un pedazo del azul de Gredos, del esmeralda de las gargantas. Si lo consentimos seremos menos nosotros, porque nos habrán arrancado un pedazo de nuestra alma. Gredos, esta tarde, es azul transparente, con brochazos de nubes rojas y amarillas, espesas. Los vencejos pasan y vuelven, como un oleaje antiguo e infinito.
Por ello es impagable y jamás estará suficientemente agradecido el trabajo que están realizando desde la Plataforma contra la especulación urbanística de Candeleda, intentando impedir que se urbanice un buen pedazo de la sierra, al pie de la garganta Blanca, tomando el agua del arroyo Castañarejo. La Junta de Castilla y León utiliza la riqueza natural y cultural del territorio que administra, como materia prima barata para un desarrollo tan insostenible como anacrónico. Ahí están los ejemplos de Villanueva de Gómez, Navas del Marqués, los parques eólicos del valle de Amblés; o Candeleda. Todo ello en Ávila. El paisaje, el agua, la tierra, Gredos, como madera barata para la caldera del desarrollismo inculto que tanto daño ha hecho y, a lo visto, continuará haciendo.
La Plataforma de Candeleda es un ejemplo, porque la lucha de los ciudadanos por lo suyo, por su paisaje, por su tierra, por su ecosistema básico conformado por lo que los sentidos son capaces de transmitirnos, simplemente por saber observar y comprender, es quizá lo más importante, lo que hace que seamos de una tierra, no que la tierra sea de nosotros y podamos hacer con ella lo que queramos.
La lucha de la Plataforma de Candeleda, es la lucha de todos los que sabemos y creemos que la tierra es más que suelo que urbanizar. Al menos es mi lucha. Ahora las excavadoras derriban las puertas del paraíso, profanan los castros vettones, meten el agua de los arroyos por tuberías, se llevan por delante el paisaje, la tierra, un pedazo del azul de Gredos, del esmeralda de las gargantas. Si lo consentimos seremos menos nosotros, porque nos habrán arrancado un pedazo de nuestra alma. Gredos, esta tarde, es azul transparente, con brochazos de nubes rojas y amarillas, espesas. Los vencejos pasan y vuelven, como un oleaje antiguo e infinito.
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