viernes, 29 de noviembre de 2013

Democracia como escombros

La Tribuna de Toledo, 29 noviembre 2013

Ya le han relatado en este mismo lugar los compañeros columnistas de la facción talaverana el esperpento que tuvo lugar en el Senado la pasada semana con motivo del cambalache del memorándum del Tajo-Segura. No le canso: Coalición Canaria, por mediación del Partido Castellano, nombrando al Tajo y a la Plataforma del Tajo y el Alberche de Talavera. El senador Quintero, de la isla de El Hierro, diciendo claro y en castellano limpio lo que los senadores y senadoras de esta bendita tierra del Tajo no tuvieron redaños para ni susurrar. Allí arriba, una expresión del senador Quintero se me quedó al final en la cabeza dando vueltas mientras observaba cómo sus señorías leían en las tabletas, mandaban guasaps o se contaban sin contarse un pelo sus películas, con muchas risas y aspavientos, con barullo de cantina de universidad. Una frase «…actúo hoy en esta cámara como senador de España…». Senador de España. O sea: no un senador de un partido concreto, ni de una comunidad autónoma, ni de unos intereses económicos particulares. No era como esos senadores del Partido Popular de Castilla-La Mancha que votaban a favor del memorándum a sabiendas de que era una puñalada para el Tajo, el Júcar y Castilla-La Mancha. Y para España. Pero lo hacían, claro, por orden de «la superioridad». Y, claro, había que aplaudir a rabiar al senador –valenciano– que, ese sí, defendía sin rubor y con convencimiento sus intereses allá en el Mediterráneo. Y lo decía. Y no pasaba nada. Los senadores y las senadoras populares de Castilla-La Mancha plas, plas, plas que te va y que te viene. Más vergüenza tuvieron los del Partido Aragonés Regionalista, que votaron en contra y rompieron la disciplina de sus socios del Partido Popular. ¿Por qué? Porque el memorándum roza ligerísimamente al Ebro. Y eso, claro, no se puede tolerar. Ni ellos ni sus votantes.

Pero aquí no importa. Esto es Castilla-La Mancha, desguace de región, telegobernada desde Génova, 13. Ni tenemos personalidad ni falta que hace. Porque somos contingente. Porque al final lo que vale es, como decía Aguirre, la mamandurria, el sitio, el escalafón, el colocarse en el partido, hacer carrera y que les den a los del Tajo, a los del parador de Molina o a lo que se ponga por delante. Somos cromos, fichas que cambiar por otras cosas «más importantes». Y así vengan memorándums como hostias al sentido común. Da lo mismo. Unas Cortes regionales de opereta, un Congreso y un Senado controlado por listas cerradas; y Montesquieu pudriéndose en la cuneta con dos tiros en la espalda.

Senador de España… Qué grande y que sencillo en esta España que vive en los escombros de su democracia. Algo falla, profundo, en los cimientos de este país. Y éste es el resto.

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