sábado, 25 de junio de 2011

La biblia de Miguel Méndez

La Tribuna de Talavera, 4 junio 2011

115 excursiones desde Talavera. Así, título sencillo y limpio para el nuevo libro de Miguel donde se cruza una y otra vez, de norte a sur, de este a oeste, de arriba abajo y de abajo arriba esta tierra que se expande desde los precipicios de Gredos hasta los silencios del Guadiana, y que es, ni más ni menos, que la tierra de Talavera de la Reina. Una tierra donde tenemos todo: llanuras para la avutarda y la ortega, dehesas infinitas para las águilas, los mejores sotos de la Península, cumbres de nieve y valles de gargantas esmeraldas, ríos engarzados entre el granito en la Jara, barrancas de arena que caen al Tajo, loreras en Guadalupe, jarales inmensos, castañares, enebrales; y hasta océanos, mares de interior en Cijara o Valdecañas. Creo que tenemos la mejor tierra, la más dejada de la mano de Dios, la más arrinconada, la más oscura en las fotos nocturnas de los satélites. Pero la más auténtica. Miguel lo sabe y lo deja descrito en este libro apretado de más de 400 páginas, lleno de mapas, flechas y signos, señales, puentes, molinos, pueblos, calvarios, azudas, cruceros, caminos, paisajes. Todas las muestras de la tierra, las señales de los siglos, de los hombres que han vivido y han sido, quedan reflejadas en este libro, que no es una guía, sino un muestrario de lo que esta tierra, la tierra de Talavera tiene y ofrece.


Porque con este libro y un par de decisiones administrativas (dos parque naturales/nacionales por ejemplo), las tierras de Talavera, sus pueblos, frenarían la sangría demográfica, y todos los años dos o tres millones de personas llenarían los caminos y los caseríos ahora vacíos, devolviendo la vida y revitalizando el tejido social y económico de esta tierra esquinada, la más abandonada de esta región, y de las dos de al lado, Extremadura y Castilla y León. Miguel sabe porque bebe el vino/botellines de las tabernas, porque hace ya mucho que aprendió a observar y entender. Miguel es de espíritu thoreauiano, de andamiajes mínimos, que el hombre ha de regir sus pasos y su destino, sin intermediarios. Directo y sencillo, pero profundo, como las pozas de Gredos, Miguel Méndez nos regala la biblia de las tierras de Talavera de la Reina, que no es poca cosa, porque Miguel es ante todo generoso, un libro abierto con el que se aprende siempre a mirar las cosas de otro modo. Las tierras de Talavera esperan ahí, radiantes y Miguel nos ofrece la mejor herramienta para salir y disfrutarlas.

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