viernes, 12 de julio de 2013

Ayatollah, no me toques la pirola

La Tribuna de Talavera, 14 junio 2013

Suena Siniestro Total en la radio. Radio tres, ponen Ayatollah, no me toques la pirola. Llamo a D. No me coge el teléfono, estará con sus cosas. La Mancha pasa ahí afuera a muchas millas por hora. Las urracas miran desde las señales. Un Segundo. Y pasan. Ya está. Más allá del parabrisas –donde han aterrizado para siempre un millón de mosquitos–, las viñas vuelan y vuelan, y dibujan líneas que convergen en su infinito que esta tarde, también, es el mío. La primavera ha llegado tarde a la Mancha. Golpes de amapolas, trigos muy verdes, águilas del viento… La Mancha está vacía. Por eso Cervantes pudo poner todo en ella. Los castillos y sus olivos: Mora y Almonacid en la distancia, siempre recortados. En la radio los Siniestro. Esta mañana D. hablaba precisamente de los Siniestro y de esta canción en Quintanar con el camarero de un bar donde nos hemos tomado la primera cerveza. Antes, hemos bajado al Gigüela, con caudal, entre las sauceras y alamedas de la puente. Llevaba buena corriente, sano, agua zarca de Segóbriga y más allá, buscando los secretos del Záncara. 

Luego en la comida hemos hablado de este tiempo que va, que sigue sin ser el nuestro, pero es el que es, y no se detiene a esperar. D. ha apuntado algunas tonterías que he dicho en una libreta negra, con una letra rápida, inteligible mañana. Hemos hablado de ese tiempo que hay que agarrar, de la política basura que se lo va llevando todo, de Transilvania, de los judíos conversos en la Sevilla de finales del XV, de fray Hernando de Talavera y de los informes de de eficiencia energética de los edificios, de los tiempos dilatados de esta tierra, de las germanías y de cómo hay que rematar una cubierta para que aniden los vencejos. De amigos antiguos y de tiempos que vendrán. Total: el hombre es una distancia, porque el tiempo no existe. Eclécticos frente al menú del día.

Ahora vuelvo, con el sol en la cara. Y pensando. Paso las emisoras. Quito a los que hablan, las noticias de las ocho, mercenarios, los mismos vacíos ahormados, perfectos hipócritas de lo políticamente correcto y aséptico. Y suenan los Siniestros, ininteligibles con el ruido de las ventanillas abiertas, con los olivos pasando sobre el almagre de esta tierra perfecta, del olor de la primavera que se resiste a irse este año de esplendor. La libertad es eso que pasa por ahí, lejos de todo, rápido, de colores mezclados y urgentes. En la radio termina Siniestro Total: Ayatollah, no me toques la pirola más...

No hay comentarios: