miércoles, 20 de enero de 2010

LA RESURRECCIÓN DEL GUADIANA



Entre Alcázar de San Juan y Manzanares el Guadiana se ha salido de su cauce artificial y ha inundado su vega y la del Záncara. Bajo un cielo de plomo caen las gaviotas y vuelan avefrías sobre el agua zarca del Guadiana. Los coches pasan despacio, las hormigoneras deprisa sobre la carretera inundada y levantan una cortina fina de agua. Las máquinas han roto la carretera del antiguo puente, para que el agua pueda salir. Da lo mismo. El Guadiana reclama su territorio de tablas y espacios, descansaderos limpios y perfectamente horizontales donde duplicar nubes y cielos. La gente para, hace una o dos fotografías, y se va. Hace mucho que esto no se veía. Quizá no se vuelva a ver más. Antes esto siempre era así. Ahora ya nunca. Sobre la junta del Záncara y del Guadiana los ríos se abren y toman las siembras. En los viejos mapas topográficos de finales del XIX pone La Puente Chica (Río Viejo del Guadiana) y La Puente Grande (Río Záncara). Entre ellos rayas verdes de aguazal. El Guadiana pasa con fuerza bajo el puente, con tierra removida de las orillas. Cuando se para aún brillan los esmeraldas de Ruidera.



Hoy el Guadiana es posible. El alto Guadiana, el territorio saqueado de ríos y de vida, paisaje de ríos muertos, de alamedas secas y olmedas descuajadas, vuelve a ser un pasiaje de agua y espacios. Quizá sea un espejismo, resplandor de un tiempo que fue y que puede no volver a ser jamás.




Este invierno ha traído un mes de agua y de nieves que han hecho posible que vuelva el Guadiana. Nos está marcando el camino, los espacios, las hechuras de río grande que disfruta en los paisajes robados por canalizaciones, avaricias y despropósitos. Da gusto ver el agua, el río rompiendo los esquemas impuestos y reclamando lo suyo. La libertad de la tierra, la renuncia a la línea recta, al canal, a la opresión de lo impuesto. Nos dice que no hay nada imposible, irreversible; la rotunda lucidez de lo real.

Es un privilegio observar y sentir, cuando sabes que es casi un milagro, y conoces demasiado bien todo lo que la mediocridad y vileza interponen para derrotar lo que contemplas. El Guadiana resucitado, quizá para quedarse este invierno, quizá para marcar otro mojón de 15 ó 20 años. Qué triste lo que no sabemos mirar, lo que nos perdemos. Una familia baja del coche, con los niños. El Guadiana baja con decisión por La Puente Chica. Un rumor de algo muy antiguo y profundo vuela por el paisaje.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso texto para un bonito espectáculo, estuve alli la semana pasada y me encantó, jamás lo hablia visto así.
Saludos

Anónimo dijo...

¿Dónde están tomadas esas fotos?, me gustaría ir.

Alejandro Delgado dijo...

Precioso.
¿Podrías decirnos dónde es?

Miguel Ángel Sánchez dijo...

Me alegro que os guste. Las fotografías están tomadas en la carretera entre Alcázar de San Juan y Manzanares, en la CM-3107. Saludos.