domingo, 27 de enero de 2013

España, 2012

La Tribuna de Talavera, 16 noviembre 2012.

Una casa fría, sin calefacción, a las dos del silencio de la madrugada. Un desahucio cada diez minutos. La sonrisa perfecta en los anuncios de los bancos. Un país en el que todo ya no va bien, pero sí irá, en 2013, en el tercer trimestre o más allá, en el infinito, qué más da. Un hombre que llora en el juzgado. Una cuenta corriente eternamente desangrada en números rojos. Un silencio inmenso que recorre los pueblos entre los tordos del mediodía jugando sobre las antenas. Luces de neón de los clubes de carretera amojonando las madrugadas. Inmensos fulgores de las estrellas entre el vacío de esta Castilla definitivamente desguazada, en exclusiva para los parados en la cuneta de esta vida en la que sólo ululan búhos reales en los desiertos de la noche. Una mujer suplicando tiempo por teléfono. Un policía dando de hostias a unos críos. Las televisiones maquillando la realidad con el monocapa de la basura, el esperpento y, sobre todo, la estupidez. Otoño de monzones, templado, uno más, en un país donde no hay nada que hacer, que parece que todo se ha acabado y desnortado. Manifestaciones contra todo, porque ya nada vale, una huelga general indefinida que no llega, que todo es parte del juego, que aquí cada uno tiene su capítulo y escena, menos los que no tienen ya nada. Unos esquemas en los que ya no cabe más frustración, luces frías en las noches de la ciudad, bares vacíos, fuerza que emerge y sube, aún sin dirección. Queda poco. Flores nuevas en los encinares, almendros blanqueando su confusión en este noviembre de calenturas, ríos muertos, tumbas profanadas a donde va a dar un agua espesa y prisionera. Libros azules que se derrumban en silencio, por la espalda, y esparcen letras y lugares, distancias y tiempos tan lejanos como presentes, y te dicen que te vayas, que ahí están, amarillos, pero esperando. Luces de distancia, caminos por abrir, esas estelas que aún aguardan y llaman. Paisajes repetidos, la rueda de la rutina, el ciclo por cerrar. Un país que ya no va siendo definitivamente el mío en este mar de encinas y calmas de noviembre que se ha ido llenando de trampales.

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