domingo, 27 de enero de 2013

Números

La Tribuna de Talavera, 25 enero 2013

Durante los últimos días La Tribuna de Talavera ha puesto negro sobre blanco las cifras que definen la realidad económica y social de Talavera de la Reina y su comarca. Los datos y su asepsia radiografían su estado sin necesidad de adornos. La comparación con la capital administrativa de la provincia, y con el resto de ciudades de Castilla-La Mancha de similares cifras de población, y situadas dentro de la región creada hace 30 años y que determina desde entonces el devenir del conjunto territorial, tampoco deja dudas del estado de la ciudad, municipios más cercanos, y comarca natural.

Las cifras están en la hemeroteca, y no voy a repetirlas, sólo añadir que los niveles económicos actuales de Talavera corresponden a los de una ciudad con la mitad de sus habitantes actuales. Las cifras de paro y afiliación a la Seguridad Social indican tanto una situación límite como aún susceptible de empeorar. Y de hecho lo hará los próximos meses, ya que tanto los datos macroeconómicos nacionales e internacionales así lo indican, como el pulso y ánimo de la ciudad y de los pueblos del entorno, que es lo importante. Los datos de paro que ayer situaban a Castilla-La Mancha con más del 30% de los ciudadanos buscando empleo, o que Talavera sea la sexta ciudad del país que más autónomos perdió el año 2012, deberían llamar sin excusas a cambiar las cosas, antes que la situación nos liquide. Y ahí, más que la responsabilidad política de unos y otros, donde la fidelidad al Partido y a las órdenes de Toledo es lo que manda, entra la necesidad de articular un proyecto para Talavera de la Reina y su comarca, no sé si dentro de Castilla-La Mancha, o fuera. Pero sí real, creíble, organizado desde la sociedad y con el objetivo puesto en sacar a esta ciudad, a sus pueblos y a su comarca, del agujero donde se encuentra.

Hay un modelo de gestión que ha fracasado. Lo dicen los números. La marginación de Talavera y su comarca queda patente en ellos. Pero también la falta de rumbo de Castilla-La Mancha, de una ciudad sin norte, con sus gobiernos municipales a la cabeza (los de antes y los de ahora); y el escaso peso político y compromiso con esta tierra de los ciudadanos a los que el resto encargamos que defiendan nuestros intereses en Madrid y en Toledo. Y un fracaso ciudadano, de todos, pero sobre todo de cada uno. Porque la ruina de una ciudad y una comarca que podría ser rica por su situación, posibilidades, tierra, ríos, recursos… no es un castigo divino. Es una consecuencia. Ahí están los números.

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