jueves, 18 de febrero de 2010

ZORROS, CHULOS DE DESPACHO Y GALLINAS

La Tribuna de Talavera, 19 febrero 2010

Esta mañana, temprano con el relente de la amanecida, las palomas se arracimaban en lo alto de la torre de la iglesia de Mesegar de Tajo. Los ladrillos acribillados de siglos aguantaban la marejada de este invierno de aguas y nubes bajas, como lo habrán sido tantos, y lo volverán a ser. Mudéjar limpio, ligero como un cuadro de nieblas. Más tarde, lejos de allí, a un millón de años, en el Palacio de Congresos de Madrid, el ministerio de Medio Ambiente recurría al Gobierno de Murcia como mamporrero de sus planes para pasarse por el arco del triunfo la Directiva Marco del Agua, ésa que dice la perogrullada que los ríos han de estar limpios y llevar agua. Allí estaban tanto los amigos murcianos, como los serviles gestores del escalafón ministerial, tanto del Segura como del Tajo, que tanto monta, todos a una vendiendo a la Unión Europea que en España «la sequía es la normalidad, y la normalidad es la excepción», y que por tanto, aquí, señores, «semos diferentes», y tenemos patente de corso para montar los bancos del agua, que es eso de robar al pobre e indefenso, pero en fino, ya me entienden, para hacer más rico al que más tiene; y de paso, si nos dejan unos miles de millones de euros, señores europeos, hacemos otro trasvase del Tajo y solucionamos «pa siempre» la sequía en España.

Esta chulería en la filosofía y las formas, iniciada de forma virulenta en 2004 con Narbona, enfila en los últimos meses una hábil estrategia con un fuerte golpe de timón del ministerio de Medio Ambiente, y en especial del ínclito Josep Puxeu, virrey de Medio Ambiente en el ministerio de Agricultura. Éste se retrató el domingo en la entrevista de El País. Perfil de un personaje y una época. Tengo muy claro a dónde vamos con chulos de despacho, que defienden su querido Ebro, y echan al Tajo (castellano, no se olvide) a los pies de los caballos. Respecto a la necesidad de apuntalar los «crecimientos inmobiliarios desmesurados», y los negocios varios de las comunidades valenciana y murciana, decididas a alicatar hasta el último metro cuadrado de suelo libre, personalmente opino que hagan con su territorio lo que les dé la gana, pero si tienen que hacer cemento con agua del Mar Menor, o regar los campos de golf con el Mediterráneo, pues a ello, hasta que los agoten. El Tajo no se toca. Tener a un ministerio de Medio Ambiente como el que tenemos haciendo los Planes de cuenca, en especial el del Tajo, es como eso de meter al zorro a cuidar las gallinas; y echar el candado, que no se escape ni una.

Quizá antes hubiera primillas en la torre de Mesegar. Ya no. Sólo palomas y gorriones mansos, aún sin vencejos en el cielo.

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