En la raña cazan los cernícalos. Esperan en los cables del teléfono y de vez en cuando se ciernen sobre la hierba alta. Tarde de plomo en la Jara. Olivares apretados en verde nuevo. Almendros en las cunetas con el verde espeso y relampagueante de abril. Vuelan las velas de los aguiluchos cenizos. Navegan sobre el oleaje de hierba alta y limpia que cae hasta el Sangrera. Comienza a llover. Retamoso de la Jara es hoy y siempre un pueblo diminuto sobre el que pasan golondrinas y tiempo, tiempo lento como los colores de las estaciones y las nubles de las distancias. Con la lluvia todo se para aún más en el pueblo. Brilla el verde mojado de los bancos gastados de la Caja Rural de Toledo. Silencio. Las casas cerradas. Nadie. Pero en cada ventana una rama de rusco invocando protección. Ventanas que ya nunca se abren, chimeneas por las que ya nunca sale el olor a humo de leña. Los tordos aguantan la lluvia mansa en los cables. Las torcaces también. Un alcaudón esperando. Miles de olivos en fila bajo la tarde de abril, abril de lluvia en la Jara.
martes, 13 de abril de 2010
RETAMOSO DE LA JARA
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